Vamos caminando por la calle y alguien nos grita, nos insulta, inmediatamente reaccionamos, probablemente nos sentimos ofendidos, el enojo surge y hasta la frustración, gran cantidad de pensamientos nos invaden, la cara se pone roja, la cabeza duele. Imaginemos otro escenario, alguien construye una casa al lado de nuestra propiedad, es una edificación bastante fea, grande, no tiene relación con nuestra casa, de hecho, afecta nuestra paz con lo fea que es, sin mencionar que ahora no tenemos la misma vista que antes, justamente la vista por la cual compramos ese terreno, ahora todo está arruinado. Las mismas reacciones de antes se hacen presentes, el enojo, la frustración, la angustia. Un último escenario que podemos contemplar es no obtener un trabajo, uno por el que nos habíamos esforzado enormemente, preparándonos, practicando la entrevista, es el trabajo que habíamos estado esperando, completamente seguros que somos los indicados para el. Y grande es la sorpresa cuando no solo